22/10/15

El "berretín" de las cosas idas... Mi Querido Boulevard

Dr. Mansueto Maiorano, un médico de cuerpos y almas.

 

"Una forma de dejarnos llevar, hasta donde los sentimientos nos permitan volver" ... 

 

 

Con la premisa del Rescate de los buenos Recuerdos; con la que nos embanderamos hace ya tiempo; fue cobrando fuerza la idea de publicar un texto escrito por Daniel, allá por la década del 90, concientes de que cuando una voz viaja al pasado, acompañada por la nostalgia. es porque tiene un boleto de ida y vuelta en el "bolsillo del corazón". Dejamos entonces en sus manos, esta página titulada: 


"Mi Querido Boulevard" ... 

Semblanza de Daniel Crescente dedicada al hoy "Bvard. Dr. Mansueto Maiorano" 

(publicada en el mes de Marzo de 1995) 


Una vez más, y con placer, puse en pleno vuelo mi imaginación, con la simple intención de contar mis vivencias tratando de que a través de los sentimientos compartidos, las distancias se acorten y los tiempos se acerquen, para lograr esa mágica alquimia que comunica el corazón de quien escribe con la sensibilidad de quien las lee. 

Una sencilla imagen que llenaba mis ojos fue el disparador de palabras y añoranzas que dio vía libre a mis recuerdos y luz verde a tiempos idos. Eran los plátanos del Boulevard Independencia. Allí estaban como mudos pero imponentes testigos de que los años han pasado. Y mi memoria recibió el mensaje que ellos me quisieron transmitir. Tal vez para los que tenemos algunos "abriles" caminando por la vida, aquellos plátanos dorados y otoñales, con sus hojas susurrantes, nos indiquen que tal como nosotros, aunque sus ramas sean ahora más frágiles y añejas, sí por dentro nos sentimos espiritualmente sanos y fuertes, podemos seguir empujando a la vida y dar buena sombra para cobijar a nuestros seres queridos, y conservar como ellos la huella indeleble dibujada en sus troncos, de un corazón grabado con un "Te Quiero". 

Y así una cosa fue llevando a la otra y quedé extasiado en el mejor paisaje que mis ojos hallan visto. ¿Por qué sería? La respuesta fue simple: porque a lo largo de ese Boulevard, hay un manojo apretujado de recuerdos y un puñado de mi propia vida. Y los comencé a desandar. ¡ Ah ! Si pudiera retroceder el tiempo y sentarme nuevamente en uno de los bancos de ese 7mo. Grado turno mañana de mi querida "Escuela Nacional N° 36 Bernardino Rivadavia" (hoy ocupado su predio por un templo), y sentir el aroma juvenil de esos 12 años, aún en sus humildes aulas con techos de chapas, que en los dias de lluvia nos hacían sentir las goteras y secador en manos, escurríamos alegremente hacia el amplio patio de ladrillos, esperando el recreo largo para saborear un rico sandwich de mortadela y pan caliente. 




O aquella imagen grabada en mis retinas de Don José Costantini, una tarde allá por la década del 70, en la "Plazoleta de La Tradición", agachado en cada uno de sus bancos de quebracho, que aún hoy se conservan, poniendo con sus propias manos los últimos tomillos y tuercas que faltaban, dándole vida a un Intendente, que demostró sin saber tanto de estadísticas y números, y con la ayuda de su inconfundible Pick-up Chevrolet colorada y una inquebrantable voluntad, que todo se podía hacer. Pavimentos, luces, obras públicas y él siempre estaba controlándolas, presto y al pié del cañón. 

Tal vez eran otros tiempos aquellos; tiempos en que en el inmenso corazón del Dr. Mansueto Malorano no cabía la palabra "plus", ni la frase "la mutual no lo cubre". Hoy un merecido monumento en mi querido Boulevard, homenajeando a quien con su incansable estanciera beige y marrón recorría casas y calles de barro, franqueando tranqueras, llegando a las chacras, siempre con una premisa: primero el ser humano, la vida, y luego lo demás. El mismo se ocupaba de traer "un especialista" de Rosario para operar a algún paciente de urgencia, y como le sucedió a mi padre, utilizaba su estanciera como ambulancia y personalmente le gestionaba los fondos para pagarla en cuotas, en la vieja Caja de Créditos, esa que financió sueños y esperanzas de miles de arroyenses con un verdadero espíritu de mutualismo. 

Las placas de bronce, aunque numerosas, nunca serán suficientes como reconocimiento a ese médico de cuerpos y de almas que fue Don Mansueto. Pero aquí no termina el paisaje, ni se agotan las vivencias de mi entrañable Boulevard. También llama a la puerta de mis recuerdos la "Estación de trenes", de donde partían o llegaban ilusiones a bordo de las viejas máquinas a vapor, luego reemplazadas por otras más modernas. Hoy está privatizada, en aras de la eficiencia y el pragmatismo materialista de esta época, dejando al descubierto la verdad de que por esas vías se van nuestros cereales y nuestras riquezas naturales, porque con la excusa de que exportamos divisas, también expropiaron nuestros ideales. 

A un costado de la Plazoleta de la Tradición está el Ceibo, nuestro flor nacional, que gracias a Dios todavía no fue privatizada. Más allá, los Jacarandáes que estallan en primavera con sus flores celestes violáceas y que como mensaje del cielo nos invitan a observarlos y recrear nuestra vista. Y los Pinos y Eucaliptos cobijando pedazos de historias, sueños hechos y sueños rotos. 

Retrocediendo la cámara de nuestra memoria visual, nos acordaremos del almacén "Los Lippi", donde se despachaban azúcar en terrones y fideos sueltos, y se molía el café a la vista con ese aroma inconfundible. O del "Bar de Don Verón", en la vieja esquina de Irigoyen al 500, donde se armaban peñas con guitarreadas y asados al aire libre, dando rienda suelta a una sana diversión. Y del Correo Vejo, en Independencia y Lisandro de la Torre, donde con muchas ilusiones depositábamos nuestras libretas de ahorro, que estampilla a estampilla íbamos llenando. 

Ya llegando al final de este relato, con las hojas escritas en mis manos, y parado en la Plazoleta de la Tradición, mirando todo el Boulevard hacia el sur, contemplando las canchas de Fútbol y "El Rincón de los niños", donde se juntan pasiones, juegos y sed de aventuras, le agradezco a Dios poder ser un habitante más de este paisaje incomparable, de esta entrañable rapsodia de acuarelas y recuerdos, capaz de emocionarme hasta las lágrimas y exclamar nuevamente: 

¡ Jamás contemplaré un paisaje tan profundamente mío, como el de mi querido Boulevard ! 

Tal vez sea porque los hijos y nietos de aquellos inmigrantes llegamos a estas tierras para rescatar las huellas de nuestros padres y abuelos, y permitir que nos sigan abriendo el camino fecundo de la vida. 



En el Boulevard se encuentran los siguientes MONUMENTOS Y EMBLEMAS: 

Monolito del General José de San Martín, Dr. Mansueto Maiorano, Plazoleta de Los Inmigrantes, Gral. Bartolomé Mitre, Árbol del Centenario Fundación de Arroyo Seca Lapacho: Símbolo de la Amistad, María Eva Duarte de Perón, José Hernández Luis Angel Firpo. 


* Este material fue publicado originalmente en TEMAS & NEGOCIOS.




 

 

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